Fruto de la marginalidad social que sufren las personas que van ganando
años, de los bombardeos publicitarios (¿no hay personas de mediana edad
en fiestas?) y de la discriminación laboral (¿a partir de los 45 años
una persona ya no es válida para trabajar?), se está dando una imagen
inútil de las personas que rebasan los cuarenta años (no digamos ya de
la población perteneciente a la senectud).
¿Y qué es lo que se ha conseguido? Una gran cantidad de personas intenta
alcanzar lo inalcanzable. Llegar a aparentar más joven (físico),
moverse por la vida con actitudes comportamentales fuera de contexto y
sustituir lo natural por lo artificial.
El caso es que al final en la mente de la persona aparece una disonancia
cognitiva que le lleva a luchar por algo que otra parte de su interior
le está diciendo que es inaccesible.
Antes o después llegará un momento de indefensión que suele acaban en
depresión, dada la imposibilidad de cambiar el curso natural de la
vida.
Es evidente que existe un problema de base política. Pero nosotros
mismos sí que podemos prevenir y/o enderezar un problema de este tipo.
Sobre todo, siendo conscientes de dónde estamos y quienes somos, de
aceptarnos a nosotros mimos y de reconocer la realidad de la vida como
algo intrínseco a nosotros.
Cumplir años también tiene sus ventajas. Aceptarlo acrecentará nuestra ilusión y motivación.
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