
Harlow observó que los monos separados de sus madres al nacer mostraban graves problemas en su crecimiento y algunos incluso morían prematuramente pese a no faltarles alimento.
Entre dos madres artificiales, una de alambre y otra de esponja, los monos preferían a la madre tierna y blandita de esponja (incluso cuando la madre de alambre era la única que tenía biberon). De ahí concluyó nuestro psicólogo que la relación física frecuente y confortable entre la madre y los hijos es fundamental para el buen desarrollo de las criaturas.
Tal y como dijo en su conferencia "La naturaleza del amor": La base del amor que un niño siente por su madre no es que la madre sea únicamente la fuente de alimentación. En el amor había algo más que recompensa y castigo, había algo innato y beneficioso por sí mismo en la preferencia de un bebé por una madre cálida y suave.
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