miércoles

RELACIÓN DE DEPENDENCIA: ADICCIÓN A LA PAREJA

Algunas veces podríamos perfectamente equiparar el amor con las drogas, debido a que crea dependencia y provoca angustia, sensación de pérdida de control, búsqueda desesperada del objeto deseado, insmonio, náuseas, opresión en el pecho y una gran tristeza cuando no se tiene cerca el objeto adictivo.
Cuando alguien se aferra inexplicablemente a una relación que lo hace infeliz, que no la satisface o que no tiene ningún futuro, cabe pensar en una adicción, pues esa persona ha perdido el control y se ve controlada por una necesidad que le supera y ante la cual no tiene voluntad. Son personas que a pesar de estar inmersas en relaciones desastrosas, de mucho sufrimiento, no son capaces de separarse, y si lo hacen, regresan humilladas en busca de su dosis de maltrato.
El pecado consiste en apostar una y otra vez como los jugadores, con la certeza ciega de que esta vez voy a ganar, “con un poco más de paciencia, si lo intento” (ludopatía). La penitencia que este comportamiento trae consigo es la humillación y el sufrimiento: la incapacidad de gobernar tu propia vida y perder la dignidad. Reconocer la propia debilidad, como en todas las adicciones, es la forma para salir del problema que supone mantener relaciones de dependencia, poder decir: “Soy adicta a mi pareja y me siento incapaz de gobernar mi vida” es un paso importante. El siguiente paso es la abstinencia. Si los alcohólicos dicen: “no a la primera copa” las personas adictas a un mal amor tendrían que decir: “no al reencuentro con él/ella”.

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