En un determinado experimento, dos voluntarios, tras rellenar un formulario en el que se describía su estado de ánimo, se sentaban simplemente en parejas (compuestas por una persona muy comunicativa y otra completamente inexpresiva) a esperar que el experimentador regresara a la habitación. Un par de minutos más tarde, el
experimentador volvía y les pedía que rellenaran otro formulario. El resultado del experimento en cuestión demostró que el estado de ánimo del individuo más expresivo se transmitía invariablemente al más pasivo.
¿Cómo tiene lugar esta mágica transformación? La respuesta más probable es que el inconsciente reproduzca las emociones que ve desplegadas por otra persona a través de .un proceso no consciente de imitación de los movimientos que reproduce su expresión facial, sus gestos, su tono de voz y otros indicadores no verbales de la emoción. Mediante este proceso, el sujeto recrea en sí mismo el estado de ánimo de la otra persona en una especie de versión libre del método Stanislavsky (un método en el que el actor recurre al recuerdo de las posturas, los movimientos y otras expresiones de alguna emoción intensa que
haya experimentado en el pasado para evocar la actualización de esos mismos sentimientos. (Goleman, Emotional Intelligence).
Dicho estudio sobre la transmisión del estado del ánimo fue realizado por Ellen Sullins. Este psicólogo observó que en el transcurso de una interacción entre dos personas que no se hablan, siempre se produce una transferencia del estado del ánimo de la una a la otra. También advirtió que el sentido de la traslación siempre es el mimso: es la persona más expresiva la que transmite su estado de ánimo a la más introvertida.
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