Cuando una experiencia traumática o un conflicto psicológico son muy intensos, o su contenido resulta especialmente inquietante, la persona que los sufre, opta por rechazarlos de la conciencia, enviándolos al inconsciente, donde quedan alojados y encerrados, impidiéndose su salida, reprimiéndosele, mediante mecanismos de inhibición y bloqueo. Esto se realiza generalmente de un modo involuntario y automático.
La estratagema no soluciona el problema, sino que, por el contrario, lo agrava, ya que el conflicto pugna periódicamente por salir al mundo consciente, promovido por vivencias de contenido similar o por otras circunstancias, condicionando fuertemente el comportamiento de esa persona y generando una angustiosa lucha interior que dificulta la estabilidad emocional.
A la estructura que surge como consecuencia de la represión del conflicto se la denomina complejo.
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