jueves

PSICORELATOS: EL GLOBO PINCHADO

El pequeño Phil estaba pasando un estupendo día con sus abuelos. En la comida su abuela Debra le había preparado ese pastel trufado de chocolate que tanto le gustaba. Por la tarde tenían feria en su ciudad. Phil caminaba por las atracciones de la mano de los dos. ¡Qué bien se lo pasaba y qué mundo tan perfecto! Casi ya al finalizar la tarde, sus abuelos le compraron un globo que el niño sujetaba firmemente como si fuera una prolongación suya. 
Su sonrisa de oreja a oreja era tan inmensa como su felicidad. De repente, una ráfaga de aire hizo que el globo topara contra una planta de pinchos. El globo estalló. Phil empezó a llorar y a gritar como nunca lo había hecho. Cambió radicalmente de un estado absoluto de alegría a otro de desolación. Sus abuelos intentaron consolarlo y se lo llevaron a casa para intentar tranquilizarlo. 

Síndrome del globo pinchado: Creemos que todo en la vida tiene que ir bien -como el globo del relato-, pero tan pronto cuando el globo se pincha empezamos con el autodiálogo negativo: “¿Por qué me pasa esto a mi? Es horrible, todo es un asco. ¡No puedo soportarlo!” Cualquier inconveniente que aparezca en nuestro camino lo interpretamos de este modo. Es una idea irracional del tipo “Es horrible cuando las personas y las cosas no son como uno quisiera que fueran”. El resultado es una profunda irritación e intenso estrés. 
 
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