Una crisis de angustia tiene tres características básicas:
• Se acompaña de miedo y ansiedad intensos.
• Suele aparecer de forma repentina.
• Los síntomas más intensos suelen durar un período breve de
tiempo (aunque durante la crisis pueda parecer una eternidad y le
deje una sensación de malestar o agotamiento una vez el pico
agudo ha pasado). Este tipo de crisis suele ir acompañada de la sensación de que
algo catastrófico va a suceder. Puede que piense que va a morir, a
volverse loco, a desmayarse, a perder el control de sí mismo, etc. De
hecho, existen tantos tipos de miedo como personas que sufren una
crisis de angustia.
La crisis de angustia parece “surgir de la nada”, es decir, suele ser
inesperada y no parece estar relacionada con ningún
desencadenante. No obstante, en ocasiones es posible reconocer
situaciones concretas que desencadenan su aparición.
Las crisis de angustia son muy comunes y no son un síntoma de
ninguna enfermedad mental grave. Existen estudios que indican que
una de cada diez personas ha sufrido como mínimo una crisis de
angustia a lo largo de su vida (solamente en España estaríamos
hablando de millones de personas). Muchas personas sufren varias
crisis de angustia breves que acaban desapareciendo. En otros
casos, las crisis de angustia causan problemas que se mantienen si
no se hace un tratamiento adecuado. Por desgracia, puede que por
los prejuicios asociados a los problemas psicológicos, muchas
personas esperan años antes de decidirse a buscar ayuda
profesional y algunas de ellas no se deciden a consultar nunca.
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