El juego es la actividad infantil por excelencia. El niño se siente espontáneo, libre para actuar como quiere, él es quien elige el tema del juego, el personaje que va a representar, busca los medios para realizar acciones correspondientes a la función que lleva a término.
En el juego, el niño puede otorgar un sentido nuevo, un nuevo significado a los objetos: el palo se puede convertir en caballo, el lápiz en avión, etc.
El niño puede jugar a adulto precisamente porque está jugando, ya que en el mundo creado por él, el adulto no interviene como aquel que esta omnipresente en todas las actividades no lúdicas. Aquí el niño ya no se compara con el adulto, por el hecho de que "él es adulto" , y ya no existen las descompensaciones que se presentaban ante comparaciones similares en el mundo real.
El niño puede jugar a adulto precisamente porque está jugando, ya que en el mundo creado por él, el adulto no interviene como aquel que esta omnipresente en todas las actividades no lúdicas. Aquí el niño ya no se compara con el adulto, por el hecho de que "él es adulto" , y ya no existen las descompensaciones que se presentaban ante comparaciones similares en el mundo real.
Ahora el niño siente la satisfacción de realizarse, de afirmarse, de conquistar la autonomía, de experimentar alegría de éxito y todo ello va a repercutir sustancialmente tanto en su formación psicológica como en su formación como persona.
Para más información sobre terapias psicológicas y psicología: www.terapiaenlinea.es
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