El egoísmo podría definirse como una relación de exclusividad con uno mismo, ignorando a los demás o bien utilizándolos como un medio para satisfacer las propias necesidades y deseos.
El egoísta persigue sus metas personales menospreciando la comunidad de la que forma parte y parte del principio de que sus opiniones e intereses son más importantes que la de los demás. No se siente culpable por ello, sino que considera que eso es lo que debe hacerse y, en definitiva, lo que todos deberían hacer.
Ser egoísta equivale a la renuncia de una de las partes más importantes de la condición humana, ya que no tiene cabida el amor, la compasión, el altruismo ni otros muchos sentimientos que conforman su naturaleza.
No debe confundirse el egoísmo con el amor propio o con una elevada autoestima, pues está última pretende convivir con el entorno, mientras que el egoísmo sólo busca servirse del entorno.
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