Después de visionar con mi hija la película de animación “Monstruos University” me quedo con la lectura de la importancia que tiene la figura del educador a lo largo de nuestra vida. ¿Qué sería, pues, un Educador en nuestro ciclo vital? En el saco del Educador metería tanto a nuestros padres, profesores y a nuestros entrenadores en cualquier disciplina a lo largo de nuestra existencia. Unos padres que guían a su bebé, un maestro que enseña el camino a sus alumnos o un instructor de yoga entrarían dentro de la figura del Educador.
La pregunta sería: ¿Está supeditada toda nuestra valía a la pericia de nuestros educadores? No me gustaría ser tan taxativo y decir que sí, pero es justo reconocer que su buena labor puede hacernos aflorar todo nuestro potencial latente. En las escenas finales de la película Sulley es capaz de asustar a los adultos gracias a las instrucciones y al coaching de Wazosky, algo que según Sulley nunca lo habría podido hacer sin él.
Y esto, de alguna manera, ocurre en la vida real. Un educador que confíe totalmente en nosotros hace que saquemos lo mejor que llevamos dentro. Esa franqueza y empuje nos ayuda a realizar cosas que seguramente solos nunca habríamos podido llegar a alcanzar. No somos conscientes de todas las potencialidades que llevamos dentro y la figura del Educador será la luz que nos guíe para alcanzarlas.
De ahí de la importancia suprema de una buena formación para todos aquellos Educadores que serán nuestros mentores a lo largo de nuestra vida. Para ello es imprescindible no tan solo una formación académica sino también emocional -inteligentemente emocional-, para ser mejores y crear un mundo mejor.
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